Gacetilla Técnica Nidera Nº 11
9 de Agosto 2002




FUSARIOSIS DE LA ESPIGA
Por Ing. Agr. Gerardo Tenaglia- Investigación Trigo


     La fusariosis de la espiga es una enfermedad fúngica difundida en áreas productoras de trigo donde los estados de espigazón y floración del cultivo coinciden con períodos muy húmedos y templado cálidos.

Distribución geográfica

     Produce importantes daños, aunque en forma esporádica, en algunas zonas de los EE.UU., Canadá, norte y centro de Europa y en el sudeste Asiático (Bai et al 1994; Dill-Macky, 1997; Gilbert et al 1997; Wang, 1997). En Sudamérica, las epifitias son frecuentes en el sur de Brasil, Uruguay, Paraguay y la Argentina (Kohli, 1987). En nuestro país las áreas afectadas son las subregiones ecológicas trigueras II Norte y II Sur, III, IV y el NEA (Noreste Argentino). Se presenta frecuentemente con carácter epidémico en las subregiones II Norte y III, especialmente en el nordeste de Buenos Aires, sur de Santa Fe y sur de Entre Ríos, donde pueden esperarse epidemias severas en algo más de 2 años en 20 (Moschini, 1994).

     En los últimos 20 años y especialmente en la década pasada, se incrementó la frecuencia de epidemias de fusariosis de la espiga en algunas áreas de Argentina así como en otros países. Este hecho ha sido asociado a posibles cambios climáticos, pero más frecuentemente a la adopción de sistemas de labranzas conservacionistas, como la siembra directa, y a la difusión del cultivo de maíz (MacMullen 1997; Stack 1999; Galich, 2002).

Importancia económica

     En Argentina, las estimaciones de mermas en el rendimiento indican que en el norte de Buenos Aires y sur de Santa Fe se perdieron alrededor del 20% durante la campana 1945 - 46 y un 30% en 1978. Durante ese año, las pérdidas ocasionadas en el sur de Córdoba fueron evaluadas en 10% (Galich, 1989; Annone et al, 1994). Durante la epidemia de 1985, los trigos candeales, sufrieron una pérdida de hasta 70%, hecho que produjo una marcada reducción del área sembrada con ese cultivo (Kohli et al, 1995). En 1993 la fusariosis de la espiga causó una pérdida promedio del orden del 20% de producción en el área central norte (Kohli et al.,1995). En el sudeste de Córdoba se estimaron pérdidas en promedio del 8% en el año 1997, del 10 % en el año 2000 y en 2001, en algunos lotes se estimaron pérdidas de cerca del 40% de rendimiento (Galich, información no publicada).

     El hongo causante de la fusariosis de la espiga, además de provocar importantes mermas de rendimiento, produce daños adicionales; por la generación de micotoxinas que afectan a los animales, especialmente a los monogástricos y al hombre.


Sintomatología

     El primer síntoma de la infección es la aparición de una mancha al principio húmeda y luego de color pardo, que coincide con el punto de penetración del patógeno, dos o tres días posteriores a la infección, seguida de una decoloración por pérdida de clorofila en la espiguilla.

    Si luego de la infección se producen condiciones de baja humedad ambiental, la misma queda circunscripta al punto de penetración aun en variedades susceptibles; por el contrario, si las condiciones son de elevada humedad, la infección progresa en la espiga. Las espiguillas se decoloran y entre las glumas puede visualizarse el micelio algodonoso, ligeramente rosado a salmón, donde se forman abundantes conidios por ser el lugar donde se acumula la humedad de la lluvia y el rocío. Generalmente la primera manifestación de la enfermedad surge en la zona media de la espiga o el tercio superior.

    La fusariosis de la espiga puede producir aborto de flores y afectar de diversas medida el peso y tamaño de los granos, reduciendo el rendimiento (Snidjers, 1990a; Bai y Shaner, 1994). En los granos fusariosos, el patógeno destruye los gránulos de almidón, proteínas de reserva y paredes celulares, resultando un producto de baja calidad. Además, aunque el micelio no invade el embrión excepto en granos muy afectados, la semilla puede resultar con germinación reducida y de escaso vigor (Bechtel et al, 1985).

    Los granos que alcanzan a formarse son más o menos arrugados, con apariencia áspera debido al crecimiento del micelio, presentan una coloración blanca rosada dependiendo de la época de infección y de las condiciones climáticas en que desarrollen. El color está dado por una delgada capa de micelio que los cubre exteriormente.


Agente Causal

     En Argentina más del 90% de los aislamientos obtenidos de granos fusariosos corresponden a F.graminearum, aunque otras especies pueden aislarse de granos fusariosos, tales como F. equiseti, F. semitectum, F. poae, F. acuminatum,
F. moniliforme, F.m.
var. subglutinans, f.m.var.anthophilum, F. oxysporum, F.solani y F. proliferatum (Carrera, 1954; Lori et al 1992; Dalcero et al 1996).

     En un relevamiento de especies realizados en la campaña 2000/2001 en el área central norte Argentina, se identificaron 14 especies; después de F. graminearum las aisladas con mayor frecuencia fueron F. semitectum, F. poae, F. sambucinum,
F. equiseti y F. culmorum
(Chulze).



Epidemiología

    Producción y diseminación del inóculo:   F. graminearumes un hongo necrotrófico, está adaptado para obtener nutrientes de tejidos muertos de los hospedantes, donde completa su ciclo biológico con la formación de los peritecios de su forma sexual, Gibberella zeae. El hongo posee una amplia gama de hospedantes, principalmente gramíneas, y su alta capacidad saprofítica que le facilita colonizar rastrojos de especies no gramíneas como la soja (Reis y Carmona, 2002). Por lo tanto, la más importante vía de supervivencia y fuente de inoculo son los granos de las espigas afectadas y residuos de cosecha, especialmente de sus principales hospedantes como el trigo y el maíz (Bai y Shanner, 1994).

    Poco tiempo después de la cosecha comienzan a formarse peritecios de Gibberella zeae fuertemente adheridos al substrato, con preferencia en los nudos de trigo o maíz y granos de trigo infectados muy livianos que libera la cosechadora junto con la paja. Con temperatura, humedad adecuada y en presencia de luz, los peritecios maduran y liberan las ascosporas formadas en su interior. Este proceso está regulado por la hidratación debido al mojado por lluvia de los peritecios y se produce en un amplio rango de temperaturas, con un óptimo de cercano a 16ºC (Suty y Mauler-Machnik, 1996).

    Las ascosporas liberadas son dispersadas por el viento y constituyen la principal fuente de inoculo para las infecciones primarias. Las conidiosporas de origen asexual, así como el micelio, son igualmente eficientes para la infección, pero a causa del mecanismo de dispersión solo las ascosporas tienen un rol preponderante en el proceso (Reis y Carmona, 2002).

    Infección:  Las ascosporas dispersadas por el viento se depositan sobre las anteras. Ahí germinan, colonizan y penetran en la flor llegando al ovario. Si el inoculo se deposita sobre las glumas, antes de la expulsión de las anteras, puede permanecer viable por varios días a la espera de las anteras para desarrollar el proceso de penetración.



Condiciones predisponentes:   La infección y el desarrollo de la fusariosis de la espiga son altamente dependientes de factores climáticos y entre ellos, la humedad relativa ambiente (HR) es el principal condicionante.

    Las epidemias severas se producen cuando el estado de floración y primeras etapas de formación del grano coinciden con períodos de precipitaciones o lloviznas frecuentes, elevada y continua humedad ambiente (HR) superior a 80% que permiten mantener a la espiga húmeda varios días y temperaturas entre 20 - 30ºC. La temperatura y la humedad interactúan en la infección y expresión de los síntomas. En condiciones óptimas de temperatura y HR (25ºC y >90% respectivamente), el período de incubación se reduce a solo dos días, incrementándose este período a medida que las temperaturas se alejan de la óptima, tanto por encima como por debajo de la misma. La mayor severidad se produce a 25ºC, aunque con temperaturas superiores o inferiores se pueden alcanzar niveles similares con períodos de exposición a elevada HR más prolongados (Andersen, 1948).



Estrategias de manejo

    La fusariosis de la espiga es actualmente la enfermedad del trigo que más desafíos presenta para su control.No solo preocupa por la reducción de los rendimientos y calidad, sino por los riesgos en la seguridad alimentaria a causa de la contaminación con micotoxinas.

    La resistencia genética a las enfermedades constituye la estrategia de control más eficiente y de menor costo, pero en el caso de fusariosis de la espiga es escasa, compleja y difícil de incorporar en genotipos de alto rendimiento y calidad.

    Otros enfoques en el manejo de esta enfermedad, como rotaciones de cultivo y protección química no han sido muy eficientes en su control; en el primer caso a causa de la naturaleza necrotrófica y baja especialización del patógeno y en el segundo, porque las características de la infección obligan a tratamientos preventivos que, en la mayoría de los casos tienen baja eficacia y no siempre justifican la inversión (Galich, 2002).

    Manejo cultural:  Las labranzas conservacionistas, especialmente la siembra directa, ocupan una importante y creciente superficie en la región pampeana y los beneficios agronómicos indudables de esta modalidad de producción fuerzan a buscar soluciones que limiten la supervivencia del patógeno y su dispersión.

    Este efecto podría lograrse mediante una adecuada rotación y sucesión de cultivos buscando reducir cuantitativamente la fuente de inóculo primario dentro del cultivo, que tiene un rol preponderante en la infección en condiciones de epidemia (Francl et al., 1999).

    También el control de malezas gramíneas puede contribuír a la reducción del inóculo primario, ya que la mayoría son hospedantes del patógeno.

    Otro aspecto a tener en cuenta es la diversificación de variedades en la siembra, considerando las fechas probables de espigazón para evitar uniformidad en estado de crecimiento en caso de condiciones muy favorables a la infección en floración, y favorecer de esta manera la posibilidad de escape a los efectos más negativos de la enfermedad.

    Control químico:  El uso de fungicidas es una medida complementaria importante cuando las condiciones de ambiente en el período espigazón-floración son conducentes a un desarrollo epidémico de la enfermedad.

    El objetivo del tratamiento es la protección de las anteras, que son la principal vía de acceso del patógeno a la flor y debe ser realizado en forma preventiva, es decir antes de que se manifiesten los primeros síntomas.

    Los fungicidas presentes en el mercado para control de fusariosis pertenecen a los grupos de los triazoles (metconazole, tebuconazole, flutriafol), imidazoles (prochloraz), bencimidazoles (carbendazim, benomil, tiabendazole, m-tiofanato) y sus mezclas (epoxiconazole+carbendazim; difenoconazole + propiconazole + carbendazim). Estos fungicidas presentan a campo una moderada a baja eficacia de control (Annone,1996),aunque evaluados en invernáculo la eficacia de los tratamientos puede superar el 90% (Reis y Carmona, 2002; Galich et al, 2001). Este hecho pone de manifiesto que los resultados poco satisfactorios en el control químico a campo radican en la dificultad en alcanzar las anteras con la aspersión por la estructura de la espiga y en las técnicas de aplicación.



Resistencia genética

    Dentro del género Triticum existe variabilidad genética para la resistencia a fusariosis de la espiga. Sin embargo, su transferencia a variedades comerciales de alto potencial de rendimiento no ha sido exitosa hasta la actualidad.

    El uso de la Biotecnología a través de los marcadores moleculares toma una importancia enorme en el programa de mejoramiento para la fusariosis del trigo, la posibilidad de seguir los genes de resistencia a través de su descendencia nos permite detectar el material resistente en una etapa muy temprana del proceso de mejoramiento.

    Nidera esta trabajando en esta vía, teniendo ya cruzamientos con variedades de altísimo potencial de rendimiento y excelente comportamiento frente a la enfermedad, que en poco tiempo más estarán disponibles en el mercado.